lunes, 30 de enero de 2017

El sufrimiento antes y después de la lesión desde la visión de un médico rural


El pasado lunes 2 de Enero, falleció John Berger, a los 90 años de edad.



http://elpais.com/elpais/2017/01/12/opinion/1484229622_198072.html



Entre sus publicaciones se encuentra "Un hombre afortunado" relativa al día a día de un médico rural, lo que hoy conocemos como médico de familia.




El libro es un excelente relato antropológico de las relaciones de un médico con sus pacientes y la comunidad donde trabaja.

A pesar de que el libro fue escrito hace muchos años, no ha perdido actualidad debido a su enfoque antropológico. 

Destaco algunas ideas relevantes :

- Los pacientes son personas que sufren en la vida antes de sufrir en el cuerpo
- La enfermedad es una forma de expresión
- El médico cura para curarse a sí mismo
- El médico es más un hermano mayor que un médico, por tanto la relación terapéutica es una relación de fraternidad

Dejo algunos párrafos de interés con desatacados míos

"El paciente debe ser tratado como una personalidad total, que la enfermedad más que una rendición del cuerpo a las contingencias naturales es una "forma de expresión" y que la conciencia de la enfermedad es una parte del precio que paga el hombre "a cambio de poder ser consciente de su propia identidad". Para Sassall, el médico rural, la enfermedad participa de nuestra propia singularidad y cree que un diagnóstico acertado implica la comprensión profunda de lo que somos como realidad bio-psicosocial. Esta concepción exige que entre el médico y el paciente se establezca una relación dialéctica en la que el sanitario es más un hermano mayor que un técnico (al menos en el plano de las expectativas del paciente). La fraternidad médico-enfermo prepararía el acto médico mayor, que no sería ni el diagnóstico diferencial ni la cirugía, sino el reconocimiento como ser humano, la comprensión, el apoyo y, en algunos casos, el acompañamiento hacia la muerte. "Si el hombre empieza a sentir que es reconocido habrá cambiado la naturaleza desesperada de su desdicha: incluso podría tener una oportunidad de ser feliz"; ser reconocido sería pues la condición básica para la cura, la mejora o la adaptación


Este cambio lo promueve su afán de conocimiento, "su meta es descubrir lo que puede estar oculto en los otros" (p.111), eso supone un acercamiento en su relación con los pacientes, lo que ocurre a propósito del reconocimiento de un otro que puede poseer un saber o experiencia, desconocidos hasta ahora para él.
Sassall plantea que cura a los otros para curarse a sí mismo. Se convierte en cada uno de sus pacientes a fin de mejorarlos. Nunca separa una enfermedad de la personalidad del paciente, del espacio que habita y de su comunidad.
Usando su imaginación como herramienta para indagar en la subjetividad de sus pacientes, halla sus anhelos y frustraciones, sus angustias y satisfacciones, sus inseguridades y aquello que les provee certeza, en suma, la somatización de un orden moral y social establecido. Todo ello funciona como un espejo que le devuelve su propia imagen y subjetividad, parafraseando a Sassall, mira y conoce a los otros para conocerse a sí mismo.
De este modo, el médico advierte que "sus pacientes son personas que sufren en la vida, antes de sufrir en su cuerpo" (p. 145). Berger señala que la comunidad ha estado sometida a "una privación cultural sistemática" (p.107) y Sassall no es ajeno a este hecho:
...puede argumentar que sus pacientes son en algunos aspectos más afortunados que la mayor parte del mundo. Pero más relevante es que sabe que, en comparación con lo que podrían ser -de haber recibido mejor educación, de contar con mejores servicios sociales, mejores trabajos, mejores oportunidades culturales-, son desafortunados. (p.147)
Ante esto surge la pregunta:
...¿hasta donde debe uno ayudar a un paciente a aceptar unas condiciones que son al menos tan injustas y tan malas como la enfermedad que padece? (p.148)

 Aquí Berger plantea que, hallarse del lado de quien recibe el golpe, implica que la supervivencia solo depende del azar. Aquellos que no han estado nunca de ese lado, por definición, son personas afortunadas, "aunque pondrán en duda la brutal indiferencia del mundo" (p.148). Pero, quienes se han visto forzados a pasar al lado de quien recibe el golpe y vuelvan, reconocen funciones diferentes, sustancias distintas en la mente y cuerpo humanos. Señala que es este privilegio de la sutileza lo que distingue a los afortunados de los desafortunados. Sassall, convirtiéndose en cada uno de sus pacientes para curarlos; curándolos para curarse a sí mismo, se transforma en el "hombre afortunado" de este ensayo.
Pertenecer a la comunidad pero con una experiencia cultural previa diferente, al tiempo que le provee lucidez para visualizar la expresión corpórea de procesos sociales, le obliga a reconocer el hecho de que, desde su lugar, lo que puede hacer es muy poco.
Berger señala que se podría criticar al médico por:
...ignorar la política. Si tanto le preocupan las vidas de sus pacientes [.] por qué no ve la necesidad de una acción política que mejore o defienda esas vidas? (p. 161)
Lo coloca en el lugar del intelectual, que cumpliría con una doble función: ser crítico frente al poder, ante toda clase de atropellos y, al mismo tiempo constructor de nuevos valores que permitan mejorar las condiciones de vida de ciertos sectores de la sociedad. Por otra parte, se permite la pregunta "cuánto hay en él de romántico tranochado que sigue pensando en el ideal de responsabilidad individual y única" (p.161), lo que puede leerse como una forma de paternalismo.
Sin embargo, al interpelar al médico, señala que éste es consciente de eso al cuestionarse "cuanto hay en mí de reliquia del médico rural tradicional y cuánto del médico del futuro. ¿se puede ser los dos al mismo tiempo?" (p.161).
Berger cierra este ensayo explorando en la posibilidad de valorar el trabajo de Sassall, señala que emitir un juicio sobre el trabajo de un hombre dedicado a mejorar y ocasionalmente salvar la vida de unos miles de nuestros contemporáneos, exige pensar qué valor tienen para nosotros esas vidas. Así, concluye:
...no afirmo saber cuanto vale la vida de una persona: no se puede responder con palabras a esta cuestión, sino solo con obras, con la creación de una sociedad más humana. (p. 182)


http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-82652009000200009




Otros enlaces de interés

http://vicentebaos.blogspot.com.es/2010/06/el-placer-de-leer-un-hombre-afortunado.html

http://www.elconfidencial.com/cultura/2008-11-15/tras-los-pasos-de-un-medico-rural_738107/

http://trabalibros.com/libros/i/8931/55/un-hombre-afortunado

https://lucasfh1976.wordpress.com/2014/02/22/un-hombre-afortunado-historia-de-un-medico-rural-de-john-berger/

http://www.elboomeran.com/obra/157/un-hombre-afortunado/

No puedo dejar de agradecerle post morten este maravilloso legado que me servirá de apoyo en la formación de médicos y otros profesionales que rotan por nuestro Hospital para formarse.

Descanse en paz.

2 comentarios:

Mila dijo...

Me quedo con lo de "sus pacientes son personas que sufren en la vida, antes de sufrir en su cuerpo"
Es así tal cual, las enfermedades, lesiones... del cuerpo las superas, te adaptas, aprendes... las de la vida son las más difíciles de sanar, son las que realmente hacen que sigas siendo un enfermo y no una persona que vive con una enfermedad o lesión, que no es lo mismo.

Afrontando la lesión medular dijo...

Totalmente de acuerdo, Milagros. Un cuerpo con "handicap" no resulta un problema si la mente está sana. Un cuerpo "perfecto" en una mente enferma, eso si que es un problema.

Muchas gracias por tu lectura y comentario.