jueves, 15 de octubre de 2015

Superado el trauma, la vida continúa


Nuevamente Elena Batalla me comunica que Alejandro García Navarro ha colgado esto en facebook. Desde aquí también quiero darle difusión.

Foto de Archivo Carlos Monroy


Alejandro escribió: "-- CARTA DEDICADA A TODOS LOS PRESENTES EN MI BODA... Y A LOS QUE NO. — Es paradójica como la vida va dando cambios sin más, comprensibles o incomprensibles, pero al final dando la razón –muchos de ellos— al refranero español que tan diverso es, y a todos esos consejos de padres y abuelos que, en su día, por inconscientes y creyéndonos conquistadores del mundo y sabios de todo, rehusamos de aceptar, dándoles la razón con el paso de los años. — A tiempo pasado, reconozco que aquella piedra que golpeó mi cervical fue un acto de infortunio, pero que aunque sea muy duro el camino, con paciencia, un poco de moral, fuerza y visualizando nuevos objetivos, el cuerpo es inteligente y aprende a adaptarse a todo... por muy duro que sea el camino. — Así que viendo a mis hijos crecer y compartiendo el día a día con ellos, quiero más a mis padres, a la vez que me entristece saber todo el tiempo que se perdieron de mí y de mi hermano, por culpa de las reglas y normas que nos han marcado la vida. — Pero... poniéndome a reflexionar y mirando mi pasado pienso... — Y qué coño! — Pero.... Si cuando mis amigos estudiaban, yo ya empecé a trabajar. — Si fui el primero en tener coche, y el primero en convertirlo en siniestro. — Si cuando tocó el servicio militar, fui el primero de mi barrio en alistarme, al único sitio que mi padre —conociéndome— me estuvo diciendo durante una semana que no me metiese: a mi estimada "Legión". — Si cuando ascendí a Cabo, me fui a la única unidad donde nadie de mi entorno quería ir y, encima, sabiendo que allí odiaban a los legionarios: con mis queridos Paracaidistas, y ¡bendigo ese día! — Si cuando todos tenían, un perro, un gato, un pájaro, yo tenía un mono. — Si me crié en un barrio rodeado de amigos increíbles con los que tuve la suerte de hacerme adolescente, pero donde era muy fácil y tangible ser seducido por el mal camino (o lado oscuro), y me hice policía. — Si cuando dejaron de obligarme a hacer algo que no me gustaba y que era ir a correr, seguí corriendo. — Y cuando la gente utiliza los fines de semana para descansar o se recogía de salir un sábado por la noche, yo madrugaba para subir con mis viejitos de Marbella, a saber que montaña. — Siempre de una forma inconsciente me ha tirado el ir contra corriente, así que el quedarme en una silla de ruedas no ha sido más que la prolongación de lo que sigue siendo mi vida, una aventura, solo que esta está siendo la más difícil y dura, pero que estoy convencido que —de una manera u otra— conseguiré domar a la bestia. — Cuantas veces estando en el hospital maldije a causa de mi desdicha a nuestro Santísimo Cristo de la Buena Muerte por los cientos de horas desfilando y las plegarias que le dediqué con total devoción. Y no os podéis imaginar —cuando le rezo— lo agradecido que le estoy y afortunado que me siento por compartir este momento con vosotros y seguir aquí a vuestro lado. — Este último párrafo que acabo de leer se lo comenté, hace un tiempo, a un amigo especial, un ser maravilloso con el que compartir una conversación y una tarde —que es de lo más enriquecedor que te puede pasar—... Y me comentó que tras esa conversación que tuvo conmigo después de la lesión, estuvo reflexionando sobre el prisma de cómo se puede mirar a las cosas, y él me ilustró con La Magia (que es un libro) de levantarte dando las gracias por todas las cosas que nos da la vida y que no sabemos apreciar, pues no somos conscientes de todo lo que tenemos y de lo gratificante que es todo lo que nos rodea. — Por eso, doy gracias a la vida por levantarme día a día; por tener la familia que tengo; por mis amigos y seres queridos que me aprecian y quiero; por tener un techo; por poder llevarme algo a la boca todos los días; por considerarme rico por lo que tengo y me rodea, y por poder alejarme de la envidia, codicia y el materialismo en el que vivimos, que -por lo general- es el motivo que hace infelices a las personas. Así que: gracias, gracias y gracias a la vida. — Soy como soy, gracias a cada una de las personas y circunstancias que he vivido: de lo bueno he disfrutado y de lo malo, aprendido. Y si mi esfuerzo, mis palabras, mis actos o las letras que escribo, sirven para dar energía y ánimo a una sola persona... Siempre estaré ahí, para ellos. — ¿Y de mi mujer? ¿Qué puedo expresar de ella? Pues que es preciosa, que es una santa y que la adoro. Y no creo que una pareja se alimente solo de amor y buenas palabras. Y tampoco creo que pueda durar un amor que no se cuide cada día, que no se riegue, que no se abone, que no se trate con mimo... —compartiendo, aceptando, respetando—... Y eso es lo que ella hace conmigo y eso es lo que procuro hacer yo con ella, cada día... — Y podía nombrar mil cosas, pero os garantizo que ella las cumple todas con creces. — Hoy aquí decíos que faltan algunos, pero los que hay, nadie por compromiso, solo familia, personas que sin serlo así los considero, hermanos de armas y amigos. — Decíos que Siempre he sentido el querer y aprecio de todos, pero nunca pensé que el ser DIFERENTE tendría que compartirlo con ser un REFERENTE. — Os quiero, y no sabéis cuánto. Gracias por estar ahí."

Alejandro nos demuestra cada día que es todo un ejemplo de superación y coraje


Foto de Archivo Carlos Monroy



Foto de Archivo Carlos Monroy

Gracias a Elena por hacérmela llegar y gracias a Alejandro por lo que transmite que espero pueda aportar a los seguidores.

Y qué mejor modo de cerrar que con este Gracias a la vida en la voz de Joan Baez

https://www.youtube.com/watch?v=DFZxBvUMlG0

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